La Sociopatología en tiempos de cambios profundos

LA SOCIOPATOLOGÍA EN TIEMPOS DE CAMBIOS PROFUNDOS

(Respuestas a los alumnos)

                                      Por el Dr. Lino Marcos Budiño

            Un alumno que está finalizando su posgrado especializado en medicina psiquiátrica, tiene dificultades para llegar a la etiología de la enfermedad, porque reconoce que lo somático, lo psicológico, lo antropológico e incluso lo esotérico no le permiten establecer un diagnóstico que derive en un tratamiento determinado.

            En realidad, en la década del Cincuenta cuando aún la Argentina era considerada el Faro de la Cultura Americana, y muchos países hermanos desde Centroamérica hasta la Tierra del Fuego enviaban a sus hijos a graduarse, especialmente, en las ciencias exactas, biológicas y naturales, ya las investigaciones locales y europeas venían anticipando esta dificultad, en la patología y terapéutica psicosomática.

            Evidentemente en esa época, los cambios tecnológicos y científicos recién  se iniciaban, las costumbres sociales viraban muy lentamente, los recuerdos espantosos de la Segunda Guerra Mundial invitaban a redireccionar el pensamiento comunitario, y la aparición de Dos Grandes Bloques Políticos con ideas distintas frente a la Razón económica, pero con una misma concepción de la naturaleza del Poder, comenzaban a inquietar a las mentes académicas.

            Duro es decir que no se ha avanzado mucho, y peor es afirmar que – en términos de progreso social y de evolución humana – la confusión predomina en las ciencias, y el facilismo – como válvula de escape  – se ha instalado en la gente común.

            La sociedad humana globalizada sigue dando vueltas en el remolino de la revolución planetaria, creyendo  que se acerca a los bordes de la espiral salvadora que la depositará en tierra firme, pero diariamente comprueba que las olas concéntricas siguen añadiendo aros, aros y más aros.

            La playa se aleja. La seguridad no se alcanza. ¡ Al menos flotamos!

            Hace medio siglo se decía que “la neurosis son dos aspectos de la misma realidad, una especie de dislocación del individuo ante sí mismo y ante la sociedad” según la acertada definición del psiquiatra español Ramón Sarró, para el prólogo de la obra “El Individuo Enfermo” del alemán Jores.

            Últimamente, una obra que compila Ricardo Rodulfo “Trastornos Narcisistas no Psicóticos” nos acerca una visión más actualizada con énfasis en el tema central de la época: LOS TRAUMATISMOS SOCIALES, uno de los pilares de este enfoque transdisciplinario que es la “sociopatología aquí y ahora”.

            Eneas Riú, un médico clínico volcado a la homeopatía unicista, gracias a sus profundos conocimientos sobre la ciencia filosófica y a la historia de los fenómenos sociales, comenzó editando un libro denominado “¿Puede el Alma enfermar al Cuerpo?” y siguió con otro en el que aporta las primeras conclusiones sobre el tema del título que se llama “ Enegrama y Personalidades Homeopáticas”. Lamentablemente su deceso repentino impidió la publicación de la parte complementaria, en donde seguramente explicaría los “aspectos buenos” que se corresponden con los patológicos de la obra primera.

            Loudet, con su muy difundida publicación “Las Personalidades Psicopáticas” arrojó bastante luz sobre el  fenómeno de las conductas sociales que le producen daño al prójimo y al propio tejido social.

            Cultores de la investigación más variada están tratando de dar en el blanco con respecto al agrupamiento de personalidades humanas, como por ejemplo el TRIE de Riso – Hudson, los pecados capitales y los diferentes horóscopos occidentales, chinos, mayas, etc.

            La química, especialmente la presencia de dopamina o serotonina, determinaría tipos humanos, identificados con el explorador, el constructor, el director y el administrador.

            La criminología, desde la época de Lombroso y Ferri hasta nuestros días ha ido incorporando, figuras delictivas, que – en el caso argentino con el artículo 34 inciso 1 del Código Penal – establece inimputabilidades. Pero lo cierto es que los delitos aumentan, y en el caso de los homicidios, violaciones de menores, crímenes horrendos y otros que asombran por su brutalidad y su multiplicación en el tiempo y en el espacio, la violencia corre más de prisa que la prevención, la legislación e incluso que la apreciación lógica.

            ¿De qué lógica estamos hablando? Hace ya más de dos siglos que creemos que con la expansión del racionalismo la vida humana se tornaría cada vez más justa, más ética y más equilibrada, y por ende, con la impronta de la evolución  científica, el Paraíso Cristiano invadiría las poblaciones salvajes, ignorantes e injustas.

            Naturalmente esto no pasó. Quizás con la aparición de las vacunas,  las enfermedades que diezmaban poblaciones enteras se redujeron a su mínima expresión; las comunicaciones satelitales  “achicaron” al mundo, y la física cuántica nos propone seguir navegando en un mar de adelantos inimaginables, pero lo cierto es que “las soluciones humanas” a los asuntos calificados socialmente de inhumanos, suben la cuesta a pie frente al “delito” se mueve impulsado por un cohete.

            Esta misma lógica de nuestros abuelos es la que sostenemos nosotros, parándonos en un peldaño ético, muy arriba de la pirámide, que ya no existe. Es por eso que cuando una persona viola a una niñita de dos años, luego la descuartiza para que no cuente que es el padre, y frente al interrogatorio judicial no acusa remordimiento, nos salta naturalmente: “ese tipo es un loco”.

            La locura expresa un comportamiento contrario al orden social, luego convertido en derecho positivo. Punto.

            La “evolución terrestre” vertiginosa e inalcanzable para las ciencias sociales y para las doctrinas filosóficas, nos está mostrando otro escenario que va más allá de la normalidad – anormalidad. Hoy estamos frente a individuos malos que son cuerdos, aunque no lo podamos creer.

            Hitler no era un psicópata sino un “hijo de puta” en la más clara expresión castellana. No era un enfermo sino un  individuo sano que odiaba, y como tenía poder, lo usaba muy bien para el logro de sus propósitos.

            La Madre Teresa no era una esquizo-masoquista interesada en flagelarse para gozar, sino “buena gente”.

            Es claro que hay psicóticos y psicópatas, pero está lleno de personas realmente malas con las que nos topamos a diario. Si tienen un revolver a mano, desprecio incluso por su propia vida y algún gesto nuestro “inadecuado” no tienen ningún pudor en matarnos y luego retirarse a las carcajadas.

            Estos tienen el “poder derivado” de la peligrosa e irresponsable lentitud de la educación superior, de los legisladores y del Estado en general. Siguen delinquiendo por falencias normativas y de ejecución.

            En las facultades de Derecho, de Ciencias Sociales, de Filosofía, de Medicina, etc. se avanza “sectorialmente”. No hay Transdisciplina, y al revés, parece que la transformación permanente en tiempos de cambios profundos no es tenida en cuenta.

            Los investigadores y académicos deben comenzar a trabajar prospectivamente, especialmente los científicos sociales. Ya la pura sociología, el servicio social y la antropología cultural no alcanzan para apreciar una situación en el corto, mediano y largo plazo, realizar un diagnóstico a futuro y capacitar a los “futurólogos” sobre lo que se debe hacer.

            Sin embargo, el punto clave es filosófico como en el principio de los tiempos. Bondad y Maldad son dos términos que marcan los extremos de un segmento. En ambos lados hay inteligentes y genios. No es atributo exclusivo de los honestos tener conocimientos, poseer elevados coeficientes intelectuales y ser cultos.

            El Poder – ese símbolo antiquísimo de la condición humana – se expresa axiológicamente,  tanto en el ser como en el valer, pero su empleo cambia el sentido de las cosas. El “poder” sin ética ni estética tiene la extraña virtud del desdoblamiento, porque la actual fotografía del mundo le otorga un prestigio muy alto y una estima social indiscutida.

            El Poder carente de espiritualidad es corrosivo, al punto que termina oxidando y luego pudriendo todo lo que abarca. Mostrar a alguien desconocido las ventajas del poder, si es una mala persona, lo evidencia en poco tiempo, ya que el poder no corrompe, solo desenmascara. Darle Poder a un indigno, es regar con veneno toda la huerta.

            Nuestra sociedad mediática, ignorante de la importancia de la política (*) se ha cosificado a tal punto, que ha perdido el rumbo, que flota a la deriva y se dirige a la catarata de la que no se vuelve.

            Una sociedad confundida, si se repite lo anormal, le concede el grado de normalidad, con lo que salva el diagnóstico, y cuando algo no comprende, porque su razón decimonónica sigue en ese tiempo, le coloca el parche de la enfermedad, ya no individual, sino social.

            “El mundo está lleno de locos” Los orates anteriores ya han dejado de serlo; ahora son normales. Las nuevas aberraciones asustan, pero por un tiempo.

            Afortunadamente aún quedan Pensadores; gracias Dios todos los días nacen Niños Nuevos; gracias a Dios existen algunas Escuelas que tratan de graduar Estadistas, vale decir políticos que piensen solidariamente y con visión prospectiva.

            Sin dudas la “Sociopatología” es la ciencia del momento, pero es solamente un rayo de la rueda que se completa con las demás disciplinas que conforman la Ciencia – Conciencia Humana.

(*) Dijo Bertold Brecht: “El peor analfabeto, es el analfabeto político. Él no ve, no habla, no participa de los acontecimientos políticos.  Él no sabe que  el costo de la vida, el precio del poroto, del pescado, de la harina, del alquiler y del remedio dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan bueno que se enorgullece e hincha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado, el asaltante y que el peor de los bandidos es el político corrupto”

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